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lunes, marzo 10, 2008

HUMBERTO SOLAS PREPARA GUANAJAY

Por Jorge Smith (Especial desde Bilbao para el Portal Cubasí.cu)

No trasnochó viendo la ceremonia de entrega de los Oscar. Ni siquiera viajó a Hollywood hace veinte años, cuando su largometraje Un hombre de éxito fue seleccionado para optar a los premios de la Academia como mejor película extranjera.

Ganador de una Concha de Oro en el Festival de San Sebastián por su documental Simparelé, Humberto Solás está preparando la última entrega de su trilogía del pueblo, que completará Miel para Oshún (2001) y Barrio Cuba (2004).

En abril, presidirá una nueva edición del Festival Internacional de Cine Pobre de Gibara, en el que se exhiben producciones independientes de calidad artística y economía restringida. Siete trabajos que se han dado a conocer en este festival cubano se proyectan mañana y el viernes en el Amaia.

- Humberto Solás inaugura hoy la Muestra de Cine y Cooperación, con una conferencia sobre el Cine Pobre. ¿Puede avanzarnos su contenido?

- Voy a hablar sobre los antecedentes históricos del cine pobre, que recoge el legado de una época paradigmática para el cine. En el ámbito de la Guerra Fría, existió una gran proliferación de cinematografías en el mundo entero. Se crearon espacios de transgresión que dieron al traste con formas obsoletas de hacer cine. Fue un momento de gran vivacidad, donde la hegemonía que actualmente sostiene el cine norteamericano no se ejercía con tal afán. Existían varias cinematografías que tenían peso, no solo dentro de los países desarrollados. Voy a hablar de cómo esa época termina con el triunfo de la unipolaridad, que se convierte en el triunfo del consumismo. Desaparece ese registro amplio y sobrevive, nada más, de manera muy protagónica, el cine norteamericano. Es un punto de vista mío, personal, quizá provocador y espero que dé pie a un debate.

- Sabemos muy poco de la cinematografía latinoamericana. Seguro que se están haciendo películas, pero no las vemos.

- Están ocurriendo muchas cosas, pero la hegemonía de las casas de distribución no permite disfrutar de experiencias cinematográficas novedosas. Se están haciendo películas muy interesantes en México, en Brasil, en Cuba... Han mejorado los indicadores de producción en países como Guatemala o El Salvador, que no tenían tradición cinematográfica. Uno de los objetivos del Festival de Cine Pobre es mejorar la distribución, buscar formas novedosas. Hay una experiencia de cine alternativo en Quebec, donde se están abriendo salas que muestran otro cine. Quizá esto mismo se pueda hacer en el País Vasco. En cierta forma, la muestra que organiza Mugarik Gabe significa escapar un poco a esa alienación cultural a la que estamos sometidos todos.

- Tenemos la idea de que es imposible hacer cine de calidad con recursos económicos escasos. Usted defiende lo contrario.

- Está muy demostrado que se pueden hacer películas excelentes con bajo coste. Los primeros que lo demostraron fueron el grupo Dogma, que con camaritas que en ese momento tenían muy poca evolución hicieron grandes trabajos. Yo creo que la media latinoamericana de los que debutan o de los que quieren confirmarse en la producción con un título anual, o quizá más, está en la producción digital. El cine digital es el que proporciona la reducción de costes de producción y proporciona la posibilidad de mantenernos en la profesión. Claro que esto tiene muchos obstáculos, porque justamente las grandes distribuidoras comprueban que la película esté realizada en 35 mm. Cuesta trabajo encontrar casas distribuidoras que acepten los filmes realizados en digital. Yo tuve suerte con mi película Barrio Cuba, que Filmax compró y distribuyó, a pesar de estar hecha en digital. Yo creo que son subterfugios, valladares que se ponen, justamente para que el cine no prolifere como está proliferando. Pero tienen la batalla perdida, porque la tecnología digital se está sofisticando mucho, está dando una calidad muy parecida al 35 mm.

- Barrio Cuba era la segunda parte de una trilogía. ¿Está preparando ya la tercera entrega?

- Ahora estoy haciendo un documental sobre un pintor cubano, Tomás Sánchez y preparando la tercera parte de la trilogía, que se llamará Guanajay y estará protagonizada por Jorge Perugorría.

- La entrega de los Oscar no le es ajena. Una película suya, Un hombre de éxito, estuvo nominada como mejor película extranjera en 1986. ¿Ha seguido la ceremonia por televisión?

- No la vi. La he seguido al día siguiente, por la prensa. Yo tuve una nominación hará unos veinte años, pero no llegué a ir a Los Ángeles. Nunca he sido muy apasionado de los Oscar. Reconozco que es un premio muy importante, pero también conozco todas las injusticias y mecanismos de coerción económica que hay en los Oscar.

- ¿Qué recuerdo guarda de su nominación?

- Para mí, es una anécdota en mi carrera. La película, Un hombre de éxito, fue promocionada por dos grandes actores norteamericanos, Jack Lemon y Gregory Peck. Eran unos hombres deliciosos, que me hicieron romper algunos esquemas y prejuicios que tenía. Yo les admiraba mucho como actores, pero no sabía que me iba a encontrar con dos personas tan cultas. En aquella época, la selección de películas se hacía de manera diferente. Ellos fueron a Cuba para ver la producción del año y tenían interés porque un largometraje cubano estuviese en los Oscar. Ahora, los países envían sus películas y la Academia las nomina o no. En aquella época, Hollywood hacía su propia selección por el planeta.

- ¿Cómo ve al reciente Oscar Javier Bardem?

- Es un actor extraordinario. No he visto esta película de los hermanos Coen, que son rara avis en el cine norteamericano. Tienen una tradición de cine de calidad. A Javier le he seguido desde Jamón, jamón, de Bigas Luna, y siempre me ha atrapado como espectador. Creo que es un hombre muy serio, muy metódico y que se merece este y todos los premios que vengan.

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